El sábado 1 de abril abrió sus puertas en Barcelona la feria VeggieWorld. Era la primera vez que una ciudad española acogía una muestra dedicada al estilo de vida vegano.
Se celebró en un lugar tan simbólico como es la antigua plaza de toros de las Arenas, situada en la plaza España de Barcelona. El coso, inaugurado en 1900, cerró sus puertas mucho antes de que en 2010 el Parlament prohibiera las corridas de toros en Cataluña: lo hizo en 1977 por decisiones empresariales. Y durante más de 30 años, el ruedo estuvo abandonado, convirtiéndose en un punto de encuentro de toxicómanos. Finalmente, en 2011, la plaza, que conserva la fachada exterior, de estilo neomudéjar y con símbolos masónicos, se convirtió en el centro comercial que es hoy.
En su cúpula, discurrió durante el fin de semana la VeggieWorld. Al llegar el sábado al mediodía me encontré con una larga cola de gente que esperaba bajo las amenazadoras nubes la salida de asistentes para poder entrar. El recinto llevaba tres horas con el aforo completo. Hileras también en el interior para comprar döners de seitán hechos por la empresa Makam Naturkost, bocadillos de hamburguesa o lomo de la cooperativa Vegasun y helados de Gelaaati Di Marco o Shanti Gelato.
«Que la VeggieWorld iba a ser exitosa era predecible, pero tanto los miembros de la organización como los expositores se han sorprendido por el interés suscitado», reconocen los organizadores. La feria, una iniciativa de ProVeg, tuvo más de 5.000 visitantes, y eso que tuvo que parar durante varias horas la venta de entradas.
La VeggieWorld de Barcelona contó con un extenso programa que incluía conferencias de reconocidos chefs, bloggers y asociaciones animalistas y con 65 expositores. Como Burger Mel, una empresa tinerfeña que desde 1985 elabora y distribuye carnes vegetales, entre ellas, hamburguesas de espinacas o remolacha y albóndigas. Ya cuenta con tres restaurantes en Santa Cruz de Tenerife y ahora busca expandirse en la Península, seguramente en Barcelona, explican.
Mientras la empresa de distribución Taula Verda triunfaba con sus versiones de chóped y mortadela, muchos visitantes se alejaban de la comida para interesarse por zapatos y bolsos hechos con piña o corcho, o cosméticos libres de sufrimiento animal. Porque el veganismo es más que una elección alimentaria. Dentro de lo posible, un vegano no se vestirá con pieles de animales ni usará productos testados en ellos ni participará en actividades que los explotan como son los zoos o algunos circos.
La feria también contó con la presencia del Santuario Wings of Heart, un centro de rescate de animales considerados de granja, víctimas de la explotación ganadera, abandono o maltrato, y asociaciones animalistas, como AnimaNaturalis, Libera!, que recogía firmas para reconvertir el Zoo de Barcelona, FAADA, que presentó el documental Empatía, e Igualdad Animal, con su proyecto de realidad virtual Ianimal con el que transporta a los espectadores al interior de la ganadería industrial para que puedan ver in situ el sufrimiento que están viviendo los animales.
También había espacio para el ocio. Vegan Travel presentaba sus cruceros veganos. La empresa alemana lleva ofreciendo este tipo de vacaciones desde 2013, tal y como explica Friederike Dünnwald. Organizan de entre tres a cuatro cruceros fluviales por el Rin, el Danubio, el Sena y el Ródano con menús veganos, sillas sin cuero y almohadas y nórdicos sin plumas. “Tenemos clientes que van desde los 30 a los 75 años, principalmente del centro de Europa pero también de Estados Unidos”, explica Dünnwald. La compañía presenta este año dos nuevas propuestas: a finales de septiembre, zarpará el primer crucero vegano desde Londres hasta los fiordos noruegos y para Año Nuevo estrenan uno por el Duero, con salida y llegada a Oporto.
Dekimba trabaja para conseguir una educación diferente, que ayude a los niños y las niñas a crecer considerando al resto de animales seres a tener en cuenta, a respetar y proteger. Porque el futuro son ellos, afirma la socióloga y educadora, Paula Ramos, quien presentó en la feria su primer cuento Iu, el Lobo, y Berta, la Caperucita verde con ilustraciones de Laia González, en el que el lobo huye de los cazadores.
Más arte. Justo delante del stand de Dekimba, el proyecto Art of Compassion presentaba ilustraciones y postales hechas por artistas veganos de todo el mundo. El objetivo de la iniciativa es el de recaudar fondos para ONG animalistas, a la vez que difundir el movimiento.
Y una propuesta curiosa, la de Halalife Health: ofrece complejos vitamínicos en cápsulas para adultos y niños con sello Halal y también vegano, con el certificado europeo de la Unión Vegetariana Europea. “Muchas farmacias venden cápsulas de gelatina obtenida del cerdo sin informar a sus clientes”, explica el CEO de la empresa, Alfredo Ocaña. No sólo gelatina, otros componentes como la vitamina D pueden ser de origen animal.
Mi primera feria vegana me ha dejado un buen sabor de boca. Si bien es cierto que el espacio se quedó pequeño, las colas eran interminables y apenas se oía a los conferenciantes, es un paso de gigante para el veganismo que se celebre una feria como ésta, que la gente acuda en masa, que tenga repercusión en los medios de comunicación (aunque algunos hablen de ella sin rigor)… ¿Quién podría haberlo imaginado hace diez años? ¿O incluso cinco? El veganismo es más que una moda y ha llegado para quedarse, aunque muchos quieran y se empeñen en hacer creer lo contrario.
Y tú, ¿fuiste a la VeggieWorld de Barcelona? ¿Nos cuentas tu experiencia?
¡Y que no sea la última! Este 2018 nos unimos nosotros en la lucha por el veganismo #GoVegan
¡Allí nos veremos! ¡A por vegalletas! 😉