Desde tiempos griegos, Córcega ha sido conocida por su gran belleza. La isla francesa despunta en el mar Mediterráneo por sus playas de arena fina y agua de azul turquesa, sus valles y bosques frondosos y sus pueblos con encanto enclavados en colinas. Córcega, con su genuinidad, te seduce desde el minuto cero. Pero no es la isla soñada por los veganos: la gastronomía local ofrece sobre todo productos de origen animal y hay muy pocos establecimientos con una oferta específica para ellos fuera de las ciudades más pobladas.
En Bastia, al noreste, Le Vg ofrece comida vegana y vegetariana (junto con Paprika son los dos únicos restaurantes vegetarianos de la ciudad). Una pequeña escalera decorada con plantas y un rótulo con las letras VG escritas en verde se distinguen en la calle Luce de Casabianca. VG por vegetariano, vegetal gourmet y por Vanina Giannelli, la propietaria.
Al cruzar la puerta abovedada del local, te hallas con una agradable sorpresa: en el interior, paredes y arcos de piedra, elementos de madera y colores cálidos para comer relajado. Tienen cajas de apetitosa fruta y verdura a la vista, un almacén en el altillo y un pequeño huerto en el patio.

Detrás de la barra, me encontré con Vanina, dispuesta a explicarme cada detalle con entusiasmo. Esta naturópata corsa abrió el restaurante hace un año para ofrecer comida “saludable y sabrosa, con productos ecológicos, de proximidad y de temporada”. Todos los platos, preparados in situ, son también aptos para celíacos y personas con intolerancia a la lactosa.
En Le Vg ofrecen cada día un menú distinto que incluye un plato principal con verduras de temporada, un par de cocas vegetarianas o veganas y ensaladas. “El restaurante ha tenido una muy buena acogida, los comensales son sobre todo gente de la zona que quiere comer sano… los turistas no llegan hasta aquí, van directamente al centro”, me explica en un corso afrancesado. Efectivamente, aquella mañana de julio no vi entrar en el local ni a un turista, a pesar de los grandes barcos atracados en el puerto.
Con aquel calor sofocante, sólo me apetecía algo refrescante. Y el zumo ‘detox’ de sandía y albahaca, una agradable y fresca combinación dulce, me sentó de maravilla. A continuación, opté por el plato del día que constaba de arroz basmati con romero, setas shiitake al sésamo, tomates a la provenzal y ensalada con crudités, una comida sencilla pero con mucho sabor, bien aliñada y muy buena materia prima.
Con el postre, sin duda, llegó lo mejor: una tarta de galleta con canela cubierta con plátano y leche de coco, espolvoreada con chocolate. Era suave, de gusto espectacular y contundente.

Después de una semana dando vueltas por la isla a base de patatas fritas, pizzas sin queso y pan con mermeladas (¡deliciosas!), Le Vg me supo a gloria y me dio las fuerzas más que necesarias para subir a la magnífica ciudadela y mezclarme, ahora sí, con otros turistas.
LO ESENCIAL
- Nombre y dirección: Le VG, 9 rue Luce de Casabianca, Bastia
- Carta: Menú sencillo con plato del día, cocas y ensaladas y zumos ‘detox’
- Servicio: Rápido, amable y disponible en todo momento
- Cocina: Productos ecológicos, locales y de temporada
- Sala: Acogedora y elegante. Hay una pequeña tienda de productos ecológicos
- Calidad/Precio: Buena
Puedes leer una versión de este artículo en el número de octubre de Bueno y Vegano
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